Y fue hoy que la gota rodó sin ser vista,
sin ser capturada en su salto.
Tan minúscula y no temió.
Años esperó y no cedió ni un milímetro,
jamás dudó, podía ver la luz tras el cristal,
la libertad de ser.
Solitaria transgredió el límite de la vida y la muerte,
del dolor y el placer.
Fue un instante de magia,
un pequeño pulso de vida, un cuento breve;
y sin embargo, en ella habitaba el universo,
la inmensidad de su ternura.
"Te quise, te quiero, me enamoré"
no dijo más, nada más y calló.
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