yo tan anciano y tu tan jovenzuela;
pero hiciste un saludo y me invitaste a pasar.
Y quizás subiendo los peldaños
me fuiste quitando años
mientras tú te los ibas sumando a favor de tu reflejo
quien fue mayor sin llegar a viejo.
Tú una niña de canas bellas y doradas
yo, un viejo Peter Pan de grises y sucias mallas;
pero me tomaste de la mano y me invitaste a pasar.
Yo, con mi espada de madera y zapatos de payaso,
quizás, regresaba de algún lejano viaje
con mis dedos entumecidos de acariciar
el frío paisaje de aquella helada ciudad
que, me negó una vez más lo que escondía.
Y aunque fracase en revelar su intimo secreto,
al regresar te encontré
como un terrón de azúcar endulzando mi café.
Y entonces fue:
Dos gotas que se encuentran mientras caen
dos hormiguitas en su propio Edén
jardín patio trasero,
sonrisas, sueños y deseos.
Pero entonces fue:
Yo con la fe que me da la razón
de cuestionar esas "verdades",
y siempre tú con la verdad más cuestionada
más razón a tu fe le dabas.
Y quizás,
enojos, ceños y avisos
de salir volando por la ventana como un pajarillo
que sin dejar nunca prisioneros,
a tu nido a buscarte regresará.
Y volar es soñar
recordando tu ternura
pasión felina desenfrenada,
brasa ardiendo en el laberinto de tu pecho
almibar néctar maduro de tus venas
soledad, ceniza atrapada en tus suelas.
Y mañana no habrá un adiós,
ni hoy un hasta luego,
será tu dios el padrino de este juego
de contigo y sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario