El dominio de la santa verdad de la palabra escrita,
Antes era más sencillo ser más poeta que niño;
Y así, dejar el falsete demagogo del alma que necesita desahogo.
Como cualquier otra apesadumbrada carga de asno,
Hay que soltarla de vez en cuando.
No es peste bubónica, ni fiebre tifoidea, no es maldición gitana,
Ni mucho menos un caso de delirium tremens (aunque ya me gustaría),
Es soledad y rabieta.
Es espasmo melancólico, cigarrillo mal fumado,
¡Es la nostalgia de lo que nunca ha pasado!
Es recaída tal vez;
¡Pero qué caída que me siento aún volando!,
Y no miro piso y ya me tiemblan las manos.
Veo lo que deseo y no debería desear,
Quiero lo que no puedo querer,
Sueño a escondidas del imperio insomne
Que llevo metido entre ceja y ceja.
No me creo, cuando me digo que me creo,
Y respondo a la misma pregunta con la misma mentira.
¡Qué ironía!, estoy sintiendo que siento cosquillas en el pecho.
Tengo ganas de sollozar en generación espontanea de tristeza.
Siento ruinas de espejos reflejando el abismo de lo incierto.
¿Es inicio senil a grandes rasgos? ó ¿síndrome de Peter Pan tergiversado?.
Añoro el común denominador de la ciencia exacta,
Añoro la ley de anti-gravedad:
“Todo lo que baja, después subirá,
Y todo lo que baja nunca más nos pesara”.
Tengo el ansia de despertar muerto o dormirme sintiéndome vivo.
Tengo las ganas de tirar la famosa toalla,
La toalla cicuta, la toalla sicario.
¿Quién me acompañará a la hora de la cena?,
¿Quién entenderá la verborragia de Ippolit la carta improvisada?,
¿Alguien me dirá por fin quién fue primero el huevo o la gallina?,
¿Sabrá dios que lo de ateo era una blasfemia blanquita?
Porque si hay mentiras blancas, porqué no ha de haber también
Blancas blasfemias o por lo menos blasfemitas,
De las de miga de pan con perdón y gracia.
Bien es mal, peor es mejor, todo a la nada,
Solo entre dos, más de menos, yo por vos.
¡Ser por una vez esbirro del corazón!,
Taquígrafo de su cursilería, apariencia de su dolor.
Que guardo bajo mi sombra más que la pena de tener corazón.
Siento como cualquiera y cualquiera podría ser yo,
Luciérnaga, relámpago, agujero en el pantalón,
“Imagogo”, el nunca más para Poe.
Puhskin y su pobre caballero, el alquimista Cohelo,
El príncipe Mishkin o el idiota Liov,
Cinco versos con Neruda en el corazón.
Telegrama de Vallejo: Perdonen la tristeza,
¡La verdad es una conspiración!
Posdata: Caussobon ¿el péndulo de Fualcolt? …
En Abril 2006
En Abril 2006
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